Son muchos los usuarios que se ven en la obligación de imprimir un volumen notable de documentos a lo largo del mes. Es por ello que existen una serie de pautas que aquellos que se vean en esta tesitura deben procurar evitar. Las mostramos a continuación.
Aunque obvio, es importante que no se dejen documentos confidenciales en las impresoras. Esta costumbre es todo un clásico ya sea en el hogar o en la oficina. El abandono se produce por cualquier situación, desde una llamada o la llegada de una visita con la que no se contaba. Un hecho impreciso que basta para que abandonemos una información importante y, al regreso, esta haya desaparecido.
Para evitar este problema, basta con hacerse con una impresora que ofrezca al usuario la modalidad “control de usuario”, de modo que solo se imprime el documento final en el momento en el que el interesado en cuestión se acerca a la máquina y selecciona su código personal.
De igual modo, antes de pulsar el botón de imprimir se ha de pensar en la necesidad de impresión del documento y, fundamentalmente si es importante que este se lleve a cabo a color o en blanco y negro. Si el color no es imprescindible permite a los usuarios ahorrar en consumibles. Para ello, nada mejor que configurar la impresora de manera que, por defecto, envíe a imprimir documentos en escala de grises y si se quiere imprimir a color, se tenga que especificar.
En la misma línea, otro inconveniente de los usuarios de tinta es que suelen llevar a cabo un consumo injustificado de papel. Para ello, la mayor parte de los documentos que imprimimos deben trabajarse a doble cara. Una opción que permiten la mayoría de las impresoras modernas y que permite utilizarla en el caso de los borradores, no así cuando se quiere imprimir documentos profesionales.
En este sentido, la utilización de las fuentes también supone un error por parte del consumidor también se constituye como un error. El motivo no es otro que a medida que se utilizan más fuentes el consumo de la tinta pasa a ser un indicador más desconocido y, por tanto, a desconocer su impacto final. Por el contrario, se puede actuar de manera sensata y seleccionar aquellas más ligeras y, que a la larga, consuman menos.
Otro asunto en el que uno se debe percatar es la tendencia que existe a imprimir los documentos en alta calidad. En este sentido, hay que pensar que cuando esto no es necesario se debe optar por consumos más responsables, de modo que cambiar el modo predeterminado por la opción de ahorro permite a los usuarios mejorar sus niveles de consumo y, en paralelo, el mantenimiento de la impresora.
En el mismo sentido, destaca la tendencia, al igual que sucede con las fuentes, a utilizar una imagen de baja resolución impresa cuyo aspecto, al imprimirse, resulta de muy baja calidad. Y es que ante esta situación que se ha de evitar a toda costa se tiene que llevar a cabo un proceso de selección de fotografías de calidad, pues de lo contrario el usuario se ve obligado a imprimir varias veces el mismo trabajo.
Por último, hay que tener presente siempre en qué momento se lleva a cabo la impresión y si se deja conectado el aparato. En el caso de que el ritmo de trabajo vaya a ser menor o se requiera un parón en el tiempo el encendido permitirá ahorrar, en esta ocasión, en consumo de electricidad.
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